La complejidad comienza desde la cuna

>> sábado, 11 de abril de 2009

Desde el momento mismo en el que nacemos nos damos cuenta que vivir en un mundo rodeado de gente, aun de la gente mejor intencionada para con nosotros, es sumamente problemático. Si tenemos hambre estamos a expensas de nuestras madres para que nos nutran, si queremos hablar estamos a expensas del tiempo para aprenderlo primero. Llegamos al mundo con toda una serie de restricciones. Llegamos al mundo en una clara situación de desventaja.

Convertir las desventajas iniciales en ventajas posteriores es un proceso de crecimiento lleno de retos y depende de forma fundamental del ambiente social en el que sucede.

Si asumimos que nacemos más o menos al azar, que como el fenómeno biológico que somos no tenemos la capacidad de escoger el ambiente en el que nacemos, nos tenemos que enfrentar a toda una serie de imposiciones desde el ambiente social con el que prácticamente ninguno de nosotros puede lidiar en algún momento posterior de su desarrollo.

Dos de estas imposiciones son evidentes y muy pocos se han preocupado por enfrentar seriamente sus consecuencias.

La primera imposición es que al nacer nos convertimos en nacionales. Es decir que el estado en el que nacemos asume una posesión sobre nosotros donde no tenemos absolutamente ningún elemento ni forma de rebelarnos. No tener una nacionalidad hoy en día es, para todos los fines prácticos de la vida social, un acto criminal. Los papeles que se expiden por los registros civiles, las oficinas de pasaportes u otras dependencias similares en realidad son títulos de propiedad sobre nuestra persona.

En este mismo marco se determina, por lo tanto, mucho de lo que potencialmente puedo llegar a ser o usar en la vida, desde el idioma que hablaré hasta mi esperanza de vida potencial. Determina ese complejo psicológico que llamamos identidad y determina mis posibilidades de desarrollo futuro.

La segunda imposición es la religiosa. Al nacer y nuevamente sin tener opción alguna, se asume que soy un adherente más de la religión de mis padres. Una imposición que en nuestros tiempos modernos se antoja como más sutil pero que quizá sea incluso más relevante en términos de desarrollo que el de pertenecer a un país.

Yo por ejemplo nací en el marco de una familia luterana. Muchos de mis primos, también luteranos, se casaron con mujeres católicas. La mayoría de ellos tuvieron que firmar un papel ante las autoridades de esta denominación en el que se comprometían a bautizar a sus vástagos católicamente. La iglesia congregación luterana a la que me adhirieron por nacimiento ha perdido mucha de su potencial clientela gracias a esta práctica.

Lo impresionante del asunto es que nunca se le pregunta al niño que es lo que quisiera ser, que es lo quisiera creer. Luego se le educa excluyentemente en el marco de la denominación que escogió su entorno social para él y se le mantiene en un estado de ignorancia religiosa que en la gran mayoría de los casos persiste hasta que el individuo muere y es enterrado con los honores que su denominación religiosa tiene previsto para estos casos.

Si un individuo en algún momento de su desarrollo opta por un camino religioso distinto al de su ámbito social, tiene que enfrentar una problemática social equivalente o aun peor que la de un divorcio o a la que se enfrentaron aquellos homosexuales pioneros cuando se decidieron a “salir del closet”.

Las garantías constitucionales de la “libertad religiosa” son, en donde existen, poco menos que letra muerta. Aquellas personas que no pertenecen al culto mayoritario del país siempre son socialmente discriminados, son los bichos raros con los que uno tiene que convivir para que se demuestre, tácitamente, que nuestro en nuestro país existe la mentada libertad de credo.

Estas dos imposiciones determinan y son el marco básico en el que suceden todas las relaciones humanas. Reflexionar sobre ellas y sus consecuencias no solo es necesario sino imperante para que podamos aspirar a un mundo diferente.

Si la imposición ciudadana se manifiesta a lo largo de la vida en formas más o menos racionales reguladas por marcos legales que en todo el mundo son más o menos semejantes, no se puede decir lo mismo de la imposición religiosa ya que esta aparece como sobre impuesta a la mayoría de los aspectos que definen al ser humano como tal.

Read more...

  © Blogger templates Shiny by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP